El restaurante se encuentra en la escuela de tenis de Manolo Santana.
El entorno es precioso, con pinos americanos y una gran terraza con jardin y vistas a la piscina y a las canchas de tenis.
La comida japonesa, riquísima, con mucho sabor y deseando volver para probar más platos.
La atención es muy buena y el ambiente estupendo.
Lo recomendamos, porque nos quedaron ganas de volver para la próxima (queremos más)
Ideal para ir en pareja, con amigos y con niños.
Un 10
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