Fuimos dos personas a comer. El local bien aislado, recogido y bien decorado. Las mesas son grandes incluso para dos personas, lo que se agradece mucho. La atención por parte de los camareros fue buena y la comida presentada de una forma muy bonita y en cantidades buenas. El arroz en llanda no lo habíamos probado hasta ahora y nos sorprendió la capa tan fina que se queda, no siendo pesada la cantidad que comes.
Se nos quedaron pendientes algunos platos por probar, volveremos sin duda!
Comida de varios platos a compartir y no puedo decir cuál me gustó más.
Milhojas de verdura buenísimas, las croquetas de langosta espectaculares, ni que decir de la tortilla con trufa.....brutal.
Seguimos con ensaladilla, tarta de cebolla y tostás, no puedo poner un pero a nada.
Los postres exquisitos al igual que el trato del personal.
Un ambiente cómodo y acogedor con buena comida.
Con el grupo Juan XXIII nunca fallas. Pero este sitio resalta en elegancia en la decoración, en detalles a máximo. Sus empleados están pendiente de ti todo el tiempo, en ningún momento sientes que esperas, incluso algunas veces llegan solo con mirar un poco.
Con respecto a la Celiaquia puedo tomar muchas cosas, pero resalto la ensaladilla de merluza y la
Increíble tortilla de papatas. También nos llamó la atención la rapidez en cocinar el arroz. En este caso pedimos el meloso. Os aconsejo pedirlo.
Una opción segura, rica y con mucha clase.
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