Matatabi es un restaurante japonés en la zona de la Diagonal de Barcelona, y nuestra visita allí resultó ser una experiencia digna de contar. Mi hijo estaba deseando comer en un japonés, pero no quería repetir en Kikuchan, un clásico que frecuento desde 2004. Decidimos aventurarnos en este nuevo lugar, que nos recibió con una atmósfera que evocaba las auténticas tascas de Japón. El propietario de Matatabi cuida cada detalle, desde los elaborados soportes para los palillos hasta el baño, donde una pila repleta de piedras y un adorno artesanal de acero para la cuerda de la cisterna que cuelga del techo añadían un toque de autenticidad. Sin embargo, comparado con Kikuchan, las raciones en Matatabi son mucho menos abundantes, aunque de mayor calidad. Pero aún no entiendo la razón detrás de la escasez en platos como el Yakisoba, que son prácticamente solo fideos. Pedimos seis platos, y cuando le comenté al propietario y único camarero si me había pasado, me sonrió diciendo: "No, no". Yo tenía de nuevo en mente el Kikuchan, donde no nos los habríamos acabado. Cabe mencionar que habíamos reservado telefónicamente, pero no hubo más comensales en el restaurante. Aun así, el camarero-propietario le pidió a mi mujer que no ocupara el centro de la mesa porque no tenía sitio para pasar, algo que me pareció ridículo con el local vacío. Esto me hizo echar de menos la amabilidad del servicio del Kikuchan; aquí, el trato fue altanero y todo el tiempo tuve la sensación de que yo me esforzaba más que el dueño en ser amable. De la comida salada, lo que más destacaría es el sushi, que realmente estaba a otro nivel. Los postres también merecen una mención especial, sobretodo el tiramisú de té, que fue una agradable sorpresa. Además, el chupito de umesyu casero (licor de ciruelas) fue un toque final excelente. Al salir, sinceramente me pareció caro en comparación con el citado Kikuchan (101,30 €). Aunque dada la calidad del producto, puede que no esté siendo del todo justo con el lugar. Matatabi es un restaurante con alma, atención al detalle y una calidad que se nota en cada bocado, pero la experiencia global podría beneficiarse de una dosis extra de calidez en el servicio y generosidad en algunas raciones.

Espectacular! La comida deliciosa, el servicio muy atento y un ambiente muy acogedor. El menú del día merece mucho la pena