Restaurante de bufé libre. Local grande pero también con mesas demasiado juntas, si se llena el bullicio es alto. Valorar que la calidad no puede ser la misma que en un restaurante a la carta pero la relación calidad/precio es buena. Se paga a la entrada. Ya lo he visto en otros bufés. Es curioso que se pague algo tan subjetivo como comida antes de comerla. Si se va pronto las bandejas están repletas pero a medida que aumenta la clientela encuentras bandejas con poco o nada de producto...que reponen pero hay poco personal para tanta clientela. La bebida es a discreción, de grifo, agua, refrescos y una cerveza, que creo que es estrella Damm. La plancha es caótica, no porque haya que esperar y estar pendiente de lo fresco que les hemos entregado sino porque ponen los platos (a veces con más producto, a veces con menos del que entregamos) ya hechos en el mostrador y no hay que despistarse porque se lo puede llevar (sin suponer mala intención, sino por ser platos de contenido parecido) otro cliente. Tienen marisco, pescado y carne para la plancha, con buen aspecto. En las navajas alguna tenía arenilla. Me gustaron las bandejas de lo ya cocinado, patatas entre fritas y guisadas, con huevo, solas muy ricas. El pollo también muy bueno y las costillas. El sushi me pareció que no estaba muy logrado. Los postres son variados, con trocitos de pastel, tarta, fruta, helado, galletas...y una atractiva fuente de chocolate. Los cafés y las infusiones no están incluidas en el precio y hay que pagarlas según se piden en una mostrador con cafetera al lado de la plancha. Tienen un parque de bolas para los más pequeños, a los que se les ve muy entretenidos.