Caí aquí por casualidad buscando una terraza donde pudiera comer viendo el mar. Bien, la experiencia ha sido realmente agradable. El personal es tremendamente amable y atento. Una vez ocupamos una mesa y seleccionamos el menú, que por cierto, merece capítulo aparte porque está muy bien elegido ya que incluye varios primeros con predominancia de opciones de productos del mar, que es lo que alguien quiere ver en un restaurante al lado del mar, y varios segundos platos tanto de mar como de tierra. Elegidos los platos y bebidas nos trajeron unos pimientos de padrón como cortesía mientras esperábamos los platos. Esto da un mensaje muy bueno. Quiere decir que la comida lleva una preparación y no se limitan a dale un golpe de microondas y llevarlo a la mesa. Muy ricos los pimientos. En este caso los primeros coincidieron: unas vieiras riquísimas. Adjunto fotos que dejan poca duda de ello. De segundo hemos pedido un solomillo con una salsa de setas y un bacalao a la gallega. El solomillo estaba muy bueno pero el bacalao ha sido una auténtica exquisitez que deja bien claro que en esa cocina hay alguien que sabe muy bien lo que hace. Perfectamente servido, con salsa, pimientos, patatas y mejillones. El bacalao estaba en su perfecto punto de consistencia. Una comida muy disfrutable en una terraza encima del mar. El menú incluye postres donde hay también varias opciones, así como café y bebida. Un placer haber parado aquí

Veníamos con las expectativas bajas por la puntuación y nos sorprendió muchísimo para bien. La camarera, que creemos que es la dueña, es súper atenta y simpática, estaba para todo. Nos frenó al pedir porque nos estábamos pasando (por suerte). Las zamburiñas estaban tan ricas que ni les pudimos hacer foto, igual que muchos platos que nos dejamos y otros que las fotos van a medias. Todo en sí riquísimo… a destacar el pescadito frito, los huevos revueltos con gula, las zamburiñas por supuesto…