Hemos estado de viaje recorriendo L'Empordà y de casualidad, nos tomamos una cañita fresca en la terraza que tienen en la plaza. No nos quedamos a comer porque teníamos reserva en Púbol para visitar el pueblo, así que fue sólo un "break" pero que nos sentó de maravilla. Fueron tan amables y estuvimos tan a gusto, que decidimos hacer una "parada estratégica" otro de los días y comer allí, aún teniendo que desviarnos del camino bastante. La verdad es que fue una gran idea, pues nos libramos del bullicio y turisteo propio de la costa y además, disfrutamos de un rato agradable al hablar con la dueña, Claudia, y Clara, la camarera. Nos explicaron que era la antigua escuela del pueblo y de ahí, el nombre y la decoración, con una pizarra y tizas, aparte de juguetes antiguos y carteles propios de la época. La carta no es muy extensa y ofrecen platos que son fusión entre lo moderno y lo de toda la vida, así que le da un toque distinto. Pedimos las dos cañas de Damm y nos pusieron unos frutos secos y aceitunas verdes para acompañar mientras llegaban los platos. En nuestro caso, unas alcachofas confitadas que se deshacían en la boca (3 unidades como se observa en la foto) y una milanesa, en la que se notó perfectamente que la elaboración era de las manos de una argentina, la dueña y cocinera es de allí. Y por supuesto, ¡el pan con tomate! No tomamos postre, pero sí dos cafés, pero tenían en la carta. Tampoco comimos más porque debíamos continuar con nuestro viaje pero nos quedamos satisfechas. En resumen, L'Escola es un sitio con encanto, en un enclave tranquilo y rural, donde poder disfrutar de unas cervecitas y/o picoteo en la terraza o el interior (en caso de que haga mucho calor porque estuvimos a gusto fuera el primer día y estamos en agosto). Gracias a Clara y Claudia por seguir cuidando de "la escuela" de la Pera. Siendo profesoras, nos ha parecido muy bonito ese detalle.