Un restaurante familiar argentino que ofrece una excelente comida casera. La mano maravillosa de Fabi en la cocina y la atención personalizada lo hacen un sitio muy acogedor para disfrutar la gastronomía argentina. El vacío, la entraña, la ensalada caprese y el chimichurri casero os recomiendo. Y lo mejor para el final: de postre, la panacotta de dulce de leche. Imperdible!!!. Tienen menú a hora de comida y a buen precio.
Buscamos un sitio de carne por la zona y en agosto nos apareció este abierto y que acierto. El trato familiar y cordial, como nos explicaron todo y la atención, fue genial.
El restaurante es pequeño pero muy agradable y cómodo. El producto que manejan es de buena calidad, tanto para comer como los caldos. Pedimos vino y nos ofrecieron probar antes para elegir, y ese detalle me encantó! El vino estaba muy rico y acompañó muy bien lo que comimos: empanada caprese y empanada de pollo picante (recién hechas, nada de congeladas), parrilla para dos, ración de boniato, panacota de dulce de leche y panqueque de chocolate con helado de mango.
Nos tomamos para cerrar un chupito de limóncello y pacharán, y genial.
Sitio para volver y probar más cosas, disfrutando de la compañía y la buena comida.
El precio medio que indico es porque pedimos una botella de vino y varios refrescos.
Descubrimos el lugar por casualidad, caminando por la calle. ¡Y qué suerte!
Para empezar comimos empanadas, que estaban muy ricas, con la cáscara crujiente y abundante relleno. Los chorizos también estaban muy buenos.
Para el almuerzo comimos vacío y entraña. Fueron fenomenales. Carne de calidad, sabrosa y cocinada a la perfección. De postre comemos panqueques de dulce de leche, que, como los demás, fueron excelentes.
Un punto muy importante, el servicio: muy amable. Te hacen sentir como en casa.
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