Un lugar curioso y diferente, sin duda.
Sabía que era un sitio con muchísima afluencia, pero no tenía ni idea de lo que me iba a encontrar.
Para empezar, llegamos sobre las 20h (un sábado) y ya había una fila con unas 30 personas esperando para entrar (abren a las 20.30).
Hay orden para poder entrar al local (se agradece), aunque entrarás a empujones y buscando un hueco donde puedas. Y de pie, por supuesto. Es complicado hacerte con un banquillo.
Íbamos con una niña de 10 años y, la verdad, que de haberlo sabido, no la habríamos llevado. Porque no hay espacio y tienes que estar apretado. Los adultos aguantamos bien, pero no es para niños.
Los camareros van poniendo orden para pedir, primero las bebidas y luego la comida y te van sirviendo como pueden.
La comida está buena y bien servida, aunque toma su tiempo. Tardamos en comer más de 1 hora y pedimos 3 platos. Los precios de bebidas y comidas están muy bien. Hay pescado, marisco, tortilla y montaditos.
Lo que más me llamó la atención fue el ambiente. Hay gente muy joven y la música está muy alta. Parecía una “discoteca” con servicio de comida. La gente cantando, bailando, música tradicional española, animando y saludando a los camareros. Sin duda, algo muy peculiar y que creo que le da el punto diferente al lugar.
Maravilla
Digno de visitar por dentro.
La comida de gran calidad.
Comí unos calmares con patata en salsa riquísimos!!
El bar en el que más apretado vas a estar pero donde más te vas a divertir.
Buen rollo, buen ambiente y música para marcarte un buen cante sin olvidarnos de la buena comida.
Si tienes ganas de fiesta no dudes en venir
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