Un lugar muy bonito en su decoración. Con una estufa de leña que caldeaba una noche fría en el exterior.
Los camareros estuvieron atentos y eficientes en el servicio.
La comida bien elaborada. Con buen sabor y con combinaciones arriesgadas pero que funcionaban.
Nos sorprendieron las manitas de cerdo con carabineros. Y el cervatillo.
La experiencia fue magnífica en todos los sentidos. En primer lugar, el restaurante se encuentra en una localización en la que se puede aparcar muy cerca de la misma puerta. En nuestro caso fue de agradecer por el calor que hacía.
Una vez allí la atención fue muy buena en todo momento. Enseguida nos llevaron la bebida (muy fresca) y un aperitivo de queso cremoso con un toque picante. Muy bueno, con una textura similar a una mantequilla muy untuosa.
Para comer pedimos 4 platos para compartir. Primero un brioche de carpaccio de buey y foie con mahonesa de lima y lascas de queso. Muy tierno el carpaccio y el brioche ligeramente crujiente. Y el sabor del conjunto espectacular: muy buena combinación la mantequilla del brioche con el sabor de la carne y la mahonesa.
Luego una cecina de ciervo con almendras fritas y un poco de aceite. También muy buen sabor y la combinación con las almendras. Quizás este fue el plato más normal de todos.
El tercer plato fue un lingote de foie con cremas de ciruelas al ron, avellanas y torrefactos (café). Un plato muy original tanto por la presentación como por el sabor. El lingote era dorado por fuera y el foie venía relleno con la crema de ciruelas al ron. La combinación con las diferentes cremas le daba más juego al plato y todas combinaban muy bien con el lingote.
Y por último unas albóndigas de corzo con una crema de boniato y apio muy suave. La carne de las albóndigas nos pareció un poco más seca al partirla pero la combinación con las cremas era buenísima. Además las albóndigas venían con una salsa que endulzaba el conjunto. Como la ración era para compartir nos la trajeron emplatadas en dos mitades. Otro gran detalle de la buena atención.
Para finalizar el camarero nos ofreció con antelación si queríamos un tatín de manzana, ya que llevaba un poco de tiempo de preparación. Nos encantó terminar con este plato: un buen hojaldre pero sobre todo una crema con la manzana horneada espectacular y bien acompañada con un helado de nata cremoso.
En definitiva una experiencia redonda en todos los detalles, tanto la atención como la cocina.
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