La verdad es que han conseguido una cocina bastante elaborada y riquísima combinando e innovando. Sorprende cómo cuidan los detalles y se arriesgan para ser un bar. Todo merece la pena probarlo y volver, menos quizás la tosta de anchoas con leche condensada, eso sí fallido.
El bar está un poco escondido, pero con una buena terraza y varios bares en la misma calle donde tiene la terraza, que por suerte le da una visibilidad que merece. Al estar entre dos edificios cercanos en zona peatonal, supongo que durante el día evitará el exceso de sol, lo que es positivo porque no me pareció ver sombrillas.
Es el típico bar de tapas, pero va más allá de la típica ensaladilla, tortilla y montadito simple. Tiene algunas curiosidades que merece la pena probar. No estaba de momento incluido en la carta, pero los mini molletes de cola de toro estaban espectaculares, aunque debería dar la opción de pedir un en plan montadito y no solo de dos en dos. Las tortas de Inés rosales, como sustitutivo del pan de la casa, no es algo nuevo, pero sí me gusta como concepto al ser más ligero. En este caso pedimos la de salmón y aguacate que estaba realmente buena, y bien servida en cuanto a cantidad, no una fina loncha como he sufrido en toros sitios.
El servicio, pese a que solo había un camarero y la terraza estaba completa, fue bastante rápido incluso cuando se le pedía simplemente un cubierto o un vaso de agua más.
El precio bien ajustado. Hace pocos años, cobrar 4 € por un montadito hubiese sido un robo, hoy por desgracia es el precio habitual.
Una muy grata sorpresa este bar que nos encontramos por casualidad porque buscábamos terraza y el de al lado ya estaba lleno, pero me alegro que así fuese para poder descubrirlo.
Comida: 8
Precio: 7
Servicio: 8
Terraza 7
Un bar de barrio en el que destacamos la amabilidad del propietario, que nos aconsejó muy bien y estuvo al tanto durante toda la comida. Rápido servicio y buena comida. Muy recomendable.
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