Bajando del Teide nos encontramos con este lugar. Desde el primer momento, Mauricio te hace sentir como un verdadero rey. Nos recibió con un trato exquisito. Explico los platos junto a su esposa y magnífica cocinera y nos recomendó muy bien.
Durante toda la visita, no falto de nada.
Respecto a la comida, se nota que todo es casero, con productos locales. Una comida que está hecha con mucho cariño, y eso, junto con la calidad de la materia prima, hace que cada bocado lo disfrutes como nunca.
Toda esta experiencia culinaria, junto que el trato recibido, hizo que se colocase en nuestras vacaciones, con el restaurante que realmente recomendaríamos a los futuros viajeros.
En resumen, si bajas del Teide, y no quieres recorrer una hora para ir a comer, te recomiendo encarecidamente dejarte caer a este rinconcito mágico de Vilaflor. No te arrepentirás.
Una excelente elección para comer tras subir al Teide en el teleférico. Muy recomendable dejarse aconsejar por Mauricio, el dueño, que no tendrá ningún problema en explicar todos los platos.
Eso sí, mejor reservar por adelantado, ya que ahora con la pandemia solo tienes las mesas de la terraza y no son muchas. Vimos a varias parejas que vinieron buscando suerte y tuvieron que esperar 20 minutos o probar suerte en otro.
Maravilloso desde el minuto 1 hasta que te marchas. Servicio inmejorable, la decoración muy original y la comida muy rica. Pedimos dos parilladas, de verdudas y otra mixta argentina-canaria. Y un entrante de queso de cabra a la parrilla. Nos pusimos hasta arriba y como quedó comida en la bandeja nos la prepararon para llevar. Todo un detalle. Y el precio fenomenal. Volveremos sin duda.
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