Pude disfrutar de este restaurante gracias a una promoción de Volkswagen el año pasado, y fue una experiencia increíble. La comida es original y de gran calidad, con una presentación al nivel de las expectativas. La atención del personal fue muy buena. El local tiene una decoración elegante e inspirada en la famosa tela que da nombre al restaurante. Quizás la única pega es la iluminación, íntima pero escasa. No permite disfrutar de la comida con la vista, sentido muy importante para ello.
Es dificil encontrar un restaurante que sea divertido, con buen servicio, decoración cuidada y comida rica. Y más difícil todavía es que no te claven por esto en pleno Barrio de Salamanca. Javier Muñoz-Calero ha creado un espacio en el que te sientes como en casa con una curiosa decoración con tejidos tartan. En cuanto a la carta, me gustó la ensaladilla rusa, el mi-cuit, la coca, el pulpo, el taco de lomo bajo y el tartar de solomillo (aunque un pelín picante).
Tienen una cocina de gran calidad, y eso influye en el precio. No es barato, pero la relación calidad-precio es buena. Está situado en el corazón del Barrio Salamanca. Es perfecto para una celebración especial.
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