Fuimos a comer por el día del padre y estaba lleno. Conseguimos una mesa en la terraza, pero al estar tan lleno, el servicio fue excesivamente lento. Hacían lo que podían y siempre muy amables, pero claramente andaban muy cortos de personal, andaban los pobres desbordados. Los entrantes tardaron 40 mins en llegar a la mesa, no nos quejamos pero sí tuvimos que preguntar, entonces el encargado nos ofreció una ronda de invitación a modo de disculpa, pero finalmente nos la cobraron, por error supongo. La comida rica, a destacar la pizza de trufa y pistacho, nos gustó bastante.
Restaurante muy tranquilo a la hora de cenar.
Sus empleadas son muy amables y serviciales.
Muy bonitos los detalles de las servilletas y los platos.
Pedimos una pizza con sobrasada, cebolla, caramelizada y rúcula y nos gustó mucho y luego una pasta rellena de pollo con panceta, trufa, nata y huevo, que estaba exquisita con su salsa que luego rebañamos.
El ambiente es muy tranquilo.
Los bancos con sus cojines son cómodos, aunque las sillas metálicas no tanto.
El detalle de que te pongan más queso parmesano para la pasta es indispensable al igual que el aceite picante.
El restaurante es como son los Ginos. Es correcto.
Le doy 4 estrellas porque es agradable, moderno y tranquilo.
Lo frecuento mucho.
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