Muy buena atención, fuimos a merendar y todo estaba delicioso, pequeños bocados de salado y dulce, buen café, amenizado por buena música, ambiente tranquilo.

Íbamos a picar algo a la terraza a media tarde y cayó una manta de agua que les obligó a cerrarla y fue un poco decepción. Pero muy amablemente nos buscaron un sitio en el hall debajo de la cúpula (estaban todos los restaurantes hasta arriba) y probamos la carta del Palm court. Queríamos compartir algo de primero y es complicado porque los platos no están diseñados para ello, pero probamos un eclair con ensaladilla de cangrejo, rico y generoso, suficiente uno para tres personas, y una piadina de atún que ni fu ni fa De segundos todos pescados, lubina con hojaldre también para compartir, es para dos pero tres personas normales pueden comer bien, otros probaron lenguado y cabracho. Todo muy rico, bien presentado, y un poco decadente, sin excesos. Nos pusieron unos aperitivos curiosos y unos petit fours con la cuenta. Todo el personal súper agradable y atento, el hotel y el salón es espectacular. La carta de vinos es tremenda, en extensión y en precios, es complicado encontrar nada por debajo de 50 euros. Al final fueron unos 90 euros por persona, teniendo en cuenta que los platos principales no bajan de 55 euros y con los vinos es caro pero razonable. Como experiencia bien, pero antes de repetir iría a alguno de los otros restaurante que tiene disponible el hotel. Pero el conjunto merece cinco estrellas.